En la niñez se nos dotó de una serie de vacunas como la de la viruela, la varicela, la sarampión, la rubeola, la tosferina, la meningitis, la ictericia, la hepatitis, el virus del papiloma, el herpes y otras.
Todas ellas formaron nuestras defensas contratar atroces enfermedades junto con las producidas por la madre en el calostro de la primera leche. De bien nacido es ser agradecido en este caso.
Pero, ¿Que sucede en los países subdesarrollados donde no existen este tipo de recursos? Es evidente que esto cambia.
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